Thursday, January 31, 2008

Juegos de niños.


Sentados a la orilla del mar, reímos, vos de mi yo de ti y de todo lo que estás haciendo. Pareciera que llevamos años creando y vistiendo castillos de arena, expertos sin función, arquitectos de lo que el mar desaparece por las noches.

Un beso en la mejilla y mis primeros pasos para escapar de vos, tu corres, me atrapas y me tiras a la arena, una sonrisa me dice que estas bien, que todo va bien, que ya aprendiste a pelear, incluso mejor que yo.

La escena desaparece y se diluye entre la espuma.

Tu llorando y yo riendo de que te estoy apretando contra la cama, ambos a punto de comenzar el camino, ambos llenos de energía y protestas de vieja televisión.

Las sabanas hacen su juego, viejas memorias van recorriendo cada uno de los suaves cuadros, recuerdos de fotografía en colores ocres, años distantes de las viejas peleas.

Llega ella, nos sonríe a ambos y me levanta de ahí, nos ofrece un dulce, una caricia, y lo primero que conocimos de amor, quizá el único verdadero, quizá el único eterno.

El vuelo del viento al mecer de la tela desaparece las lágrimas, el llanto se convierte en canto y tras una máscara nos escondemos entre la gente, bolsos llenos de fantasías y sonrisas.

La máscara no me esconde de vos, ni la que tú llevas de mí, la música retumba en las paredes de mi mente. Pasos austeros del tiempo que nos separa y une con un encanto de cuento de hadas. El resto de las caras parece no distinguirnos uno de otro, parece siempre tratar igual, extraña amalgama de sensaciones, placer e impotencia, por no saber, por no querer, por no sentirnos únicos y solos.

Aun falta mucho me susurra el destello de una flor lejana, aun quedan tantas lunas, quizá por decisión ya no pueda seguir, quizá por ambición tampoco lo haga, pero sé que siempre estaremos juntos, que siempre habrá la manera de encontrar la forma.

Somos sólo siluetas de mentes errantes, somos sólo un dejo de sangre, y siempre habrá preguntas, quizá algunas tengan respuesta, quizá otras sea mejor dejarlas ahí, y quizá otras se vuelvan solo recuerdos para tener algo que contar cuando llegue el fin.

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